Franco como icono pop

25005952_398573310574554_562731640233656320_nVivimos un tiempo de excitaciones y convulsión alrededor de la memoria histórica. La decisión del gobierno de sacar de la tumba a Franco para expulsarlo del Valle de los Caídos es un paso trascendental y necesario para dar por finiquitada la transición democrática española. El respeto hacia los muertos (y asesinados) de la guerra civil no ha sido igualitario. Unos, cesaron en un mausoleo monumental rodeados de faustos: Primo de Rivera, fundador de la falange, y el general Franco. Otros, desaparecieron en la mayor fosa común de la historia, que recogió 33.847 cadáveres sin nombre ni referencia. Cementerios de toda España todavía cuentan con fosas comunes de personas fusiladas por el régimen del dictador; esperando a ser rescatadas del olvido. Paseando por algunos cementerios, tan bonitos como el de Valencia, con esculturas monumentales de Mariano Benlliure, todavía se lee en algunos nichos, bien identificados, el lema: «fusilado vilmente por el franquismo». La historia de España está más viva que nunca.

Al hilo de la dialéctica y el debate sobre la conveniencia o no de esta medida, la memoria histórica se ha convertido en un hot topic, un fenómeno pop. Se han sucedido memes con el gesto ridículo de mujeres y hombres que alzaban el brazo derecho cantando el cara el sol en la concentración pro-franquista que se celebró esta semana. Un movimiento residual que alza pancartas con el maravilloso eslogan El Valle No Se Toca. Se ha versionado con un brick de gazpacho Alvalle, o con la protagonista de la serie Compañeros, Valle, una it girl para la generación que se educó en los 90s. Y es que el ingenio de los internautas anónimo alcanza ya el nivel de las mejores agencias de publicidad.

Gracias a este evento tan concurrido, hemos tenido oportunidad de conocer a muchas personas-arte: como la persona más facha de España. Se llama Pilar Gutiérrez, es una musa, debe de oler a laca y agua de colonia, y que ha dicho abiertamente que «desde que murió Franco, el demonio campa a sus anchas». Se ha desmarcado de la mismísima Fundación Francisco Franco porque considera que hacen poco. Para ella, poner en órbita la figura del dictador es esencial para la sociedad. Le importa más que todo. Es facha hasta los huesos. Se declara muy crítica con el PP, y votante de VOX. Así está el percal.

Tras ella, un montón de madres de familia numerosa, opusdesianos, padres dictatoriales, potenciales pederastas y todo tipo de secciones urbanas vestidas de esas marcas que solo fabrican mocasines y jerseys de cuello de pico. Y a ellos se suma un icono pop, transgresor e intergeneracional: Fabio McNamara.

El artista de la movida, que en los 80s se subía a los escenarios con Pedro Almodóvar para cantar hits como Gran Ganga o Suck It to me, ahora pide la resurrección del entonces aclamado generalísimo, que le habría asesinado sin escrúpulos durante la guerra, o le habría mantenido en prisión durante toda su vida (por la Ley de Vagos y Maleantes, que durante el franquismo encarcelaba a homosexuales). Pero no hay nada como un buen chute de irrealidad para cambiar de opinión y darle armas a tu verdugo. Durante estos días nos hemos puesto muy nerviosos por la foto de Fabio en las escaleras del futuro Valle de la Paz, envuelto en una bandera de la España preconstitucional. Pero ahora, menos tensos, tenemos que reconocer que una persona-arte puede hacer lo que le dé la gana. Y como dice Manuela Trasobares, «la provocación es lo que vende». Un argumento que ya hemos trabajado bastante desde estas páginas aplicándolo al arte contemporáneo y todas sus tendencias.

Fabio McNamara, con unos lienzos cubiertos de purpurina.

El arte de la provocación también es, en cierto modo, el arte de la contradicción y la incoherencia. Junto al adjetivo de elegante, el de coherente me parece el más desafortunado para alabar a nadie. Porque: ¿quién es coherente? ¿quién es normal? Lástima de quienes se lo crean. Fabio tiene muchas lecciones que enseñar al mundo. Y lo mismo es capaz de hacer una colección de lienzos dedicados a Franco en versión queer, que reivindicar el mausoleo «para que Franco resucite, salga vivo y sea nuestro caudillo». Ir contracorriente, decir cosas absurdas y provocar rasgados de vestiduras colectivos es muy difícil de conseguir sin atentar la ley. Aquí lo hace, atentando en cierto modo a todas las víctimas del franquismo. Pero se compensa con esta colección de arte que servirá para ilustrar la frivolidad generalizada de la política en el siglo XXI.

Como bien dicen los compañeros de la Shangay: «Españoles, el McNamara de los 80 ha muerto». Pero que siga creando arte para todas, por favor.

Obra de McNamara para la colección ‘Retratos de Franco’.