Los ominosos hombres bala

Pensé que sería algo esporádico, que pasaría inadvertida como una anécdota de la política internacional. Que desde la CIA y el propio gabinete de Trump propiciarían el desvalijamiento estratégico de uno de los personajes más terroríficos de la política internacional del siglo XXI. Pero entre Donald TrumpPyongyang estamos asistiendo al circo de los horrores, a la amenaza deshumanizadora que nos alerta con la llegada de bombas entre dos potencias de enorme trascendencia internacional. Como muchos anticipamos, Donald Trump era sinónimo de guerra, de intolerancia, de odio.

El problema es que hemos aprendido a frivolizar con la guerra. En casa, de pequeño, recuerdo una enciclopedia sobre la II Guerra Mundial en la misma estantería que una colección de revistas de decoración, Casa y Jardín. Nadie de mi generación ha vivido las guerras mundiales, y ni siquiera saben lo devastadora que fue nuestra guerra civil. Nadie, o casi nadie, ha leído sobre historia, más allá de lo que memorizábamos para el examen. No sabemos lo que significa la muerte porque nos pilla muy lejos.

Siria, ayer.

Las terribles imágenes de la guerra mundial en ciudades como Berlín, que cuando hoy las vemos todavía nos dan escalofríos, se repiten a diario sin que nadie, ni siquiera los medios de comunicación, las tengan en cuenta. Los humanos somos de memoria selectiva, cortoplacista y de proximidad. Aquella foto del niño muerto en la orilla del Mediterráneo nos afectó mucho durante una semana, y hoy pocos reivindican la humanización de la política europea. Más bien lo contrario. Hace unos días leíamos al ministro de interiores de España, Juan Ignacio Zoido, decir que «no es nuestra responsabilidad que los inmigrantes decidan huir».

Claro que es nuestra responsabilidad. Si huyen de aquellas tierras es porque los países ricos hemos contribuido a hacer más pobres los países pobres. Si se producen guerras civiles en Oriente Medio es porque hemos reventado su economía para extraer petróleo, para fabricar los plásticos con los que envasamos toda la comida barata que ingerimos. Si de allí huyen es porque no tienen para comer. Porque sus familias pueden morir de un bombazo cualquier día, porque la situación en insostenible. No son libres en un país que les impide desarrollarse, aprender, trabajar y mantener a sus familias. Tenemos que ser capaces de dar respuesta, y acoger refugiados con conocimiento de causa. Y paro ya de ponerme serio con Siria.

Toñi Moreno, cuando una jugadora pierde un concurso al decir «diga».

Porque la culpa de que hayamos frivolizado con la guerra también es de la televisión. Sálvame, en su agonía final hacia la desaparición como formato, inventa ya de forma descarada rupturas, enemistades y polémicas vacuas entre los tertulianos para guionizar conflictos y mantenernos entretenidos durante el verano. Con Paz Padilla cualquier guerra es un chiste. Por su parte, el nuevo programa de Toñi Moreno, Viva la Vida, que podría ser el programa más insustancial de la televisión este verano, mostró al mundo un drama frívolo disfrazado de drama real: una mujer perdía 41.000 euros por responder «diga» a una llamada en lugar de la clave del concurso, lo que provocó las lágrimas de la carismática presentadora, suplente perfecta de Mariló Montero en nuestras pantallas.

Hasta ese nivel de dramatismo somos capaces de llegar y empatizar. El tema de las bombas y las catástrofes naturales propiciadas por el cambio climático, ya nos viene más grande. Qué más da que se mueran todos los osos polares si nadie de los que vivimos aquí los ha visto nunca en su hábitat. Por aquello que no conocemos a ciencia cierta, que no hemos visto y padecido, no podemos llorar porque es como si no existiera. Todo lo que pasa en el mundo, si nos llega por internet, sigue siendo una gran mentira.

 Top 5 musical en Alternand ᒲ NOW! Playlist:

Cold Specks – ‘Fool’s paradise’
Stereophonics – ‘All in One Night’
Rusos Blancos – ‘Amor, ¿que si tengo o que si quiero?’
Lana del Rey – ‘Summer Bummer’
Misty Coast – ‘Trash Talk Smile’