Queridos lectores, no sé si os habíais dado cuenta de que todo, absolutamente todo, es mentira, es un fake. Este blog no tiene autor definido, es un loco que cada día se pone una piel, una máscara y una peluca para transmitir verborrea sobre temas que desconoce, gustos que le van y le vienen, y pese a eso cada día interesan a más personas. Así lo dicen las estadísticas. Aunque también sabréis que las estadísticas son un espejismo, ni siquiera reproducen algo futurible o irreal. Son una fórmula de ocio para mantener entretenidos a peligrosos matemáticos y sociólogos.
La filosofía y el arte, la política y el dinero: todo es mentira. Son escenografías y atrezzo que aparecen en nuestras retinas imperfectas, en nuestros oídos, para distraernos de lo que realmente es importante. Es mucho más fácil soñar y diluirnos en los placeres estéticos que toparnos con la realidad, con la crudeza, con la verdad. Por eso, necesitamos hacer de todo un fake. El fake hace muy buen maridaje con la modernidad líquida, por cierto.
De alguna de esas cosas habla también la exposición que se puede ver estos días en el IVAM (Valencia). ‘Fake: No es verdad. No es mentira’, comisariada por Jorge Luis Marzo, hace un itinerario por el arte de la mentira, por todo aquello confuso, con lo que pretende ser algo que no es, el engaño oficialista. A lo tonto, es una de las exposiciones más avanzadas que he visto en años. Porque la inexistencia de verdad es el futuro. Qué más da si todo es mentira, qué más da, deja que me ría; qué más da, si va a acabar igual, como cantan los Fangoria.
También afirma Nietzsche que las verdades son ilusiones que hemos olvidado que lo son. Totalmente vigente aquella reflexión. Es como los capítulos de la tercera temporada de Black Mirror. Una serie que define el tiempo que vivimos, la falsa realidad retransmitida por las redes sociales, por la tecnología, desde universos paralelos.
A un cosmos paralelo necesitaríamos ir para olvidarnos de lo que está ocurriendo o de lo que, a través de los telediarios, parece que está ocurriendo. Informativos que, por cierto, como todos sabéis, también son mentira. Vivimos la generalización del falso documental, como Operación Palace dirigido por Jordi Ébole que hizo creer a todos los españoles durante unas horas en las teorías de la conspiración. La gran mentira, como la de La guerra de los mundos de Orson Welles, cada día es más palpable como real.
La falsedad escandalosa de estos días no es que haya ganado las elecciones el señor Donald Trump en USA por un poco más de un millón de votos. El error, el engaño, viene de la perversión con la que se está tratando el tema. Influenciados por los mass media, Trump nos posiciona a la práctica totalidad de la sociedad europea en su contra, en un linchamiento sin precedentes. Y para una vez que todos estamos en contra o a favor de algo, hay que seguir alargando la noticia. ¡Que siga el espectáculo! ¡Más leña al fuego! Verdad o mentira, nos pilla tan lejos…

El abuso maniqueo de señalar los buenos y los malos al volante. Como si Barack Obama hubiera cerrado Guantánamo en alguno de los ocho años que tuvo oportunidad de hacerlo. Como si el ‘magnate millonario’ no fuera un apelativo tan referible a Trump como a los Clinton. Como si el machismo imperante de Trump fuera contrarestado por la modosita Hillary que nunca denunció el acoso de su marido a mujeres. Que perdone infidelidades nos parece bien. Pero que perdone acoso, no es de ley.
La irrealidad sigue y seguirá ganando terreno. Y seguramente al romper una lanza por Trump estoy haciendo lo más reaccionario que he hecho en mi vida, pero es que también rompería la misma lanza por Hillary, por el Toro de la Vega, por la ganadería intensiva, por el calentamiento global, por el desarrollo sostenible del planeta, por la agricultura ecológica. Pero también por Tesco, Carrefour, Ikea, Aliexpress y Primark con total desconocimiento de su nivel de ética en el respeto a los recursos naturales. De tanto leer opiniones falsas, me he quedo sin opinión propia, y de tanta verdad, hoy pienso que todo es mentira.
Mientras escribo estas líneas, se publica una noticia muy a la par. El diccionario de Oxford, una de las entidades lingüísticas más influyentes del planeta, ha decidido que la palabra del año 2016 es… ‘posverdad’. Post-truth. Justo de lo que venía hablando. Es que tengo una facilidad asombrosa para anidar realidades y ficciones.

Top 5 musical en Alternand NOW Playlist:
The XX – ‘On Hold’
Sailor & I – ‘Black Swan’
Hudson Mohawke – ‘Shanghaied’
Iyes – ‘Infatuate’
Laurel – ‘Maybe Baby’