Dejé en borrador el último post, que nunca llegué a publicar: Las Listas del año 20. Lo haré cuando me apetezca; cuando demos por terminado el ciclo. La pandemia está siendo como el intermedio entre dos actos de ópera; un espacio en el que nada de lo que ocurra es importante, pero que hay que aprovechar para coger aire, mirar mensajes y tomar una copa de vino. Un largo año en el que nos cambió la vida a todos. Sin consuelo, el mal de muchos se ha acrecentado, haciendo mella en las posibilidades de sociabilidad, en los afectos de amistad, en las relaciones familiares y sentimentales, en las perspectivas de los viernes por la tarde, en la nostalgia de resacas y empacho de domingos. Nos hemos achinado en muchos términos, somos máquinas dedicadas a trabajar y a pensar. La productividad sube más rápido que el Bitcoin, o que las ganancias que está generando la empresa que acabará con el actual sistema capitalista, la de las cajitas de cartón marrón con una sonrisa postiza.
Uno de los proyectos que he empezado en estos meses que más me ha motivado ha sido la publicación de una revista de arte. Una plataforma mediante la que me recreo en pensamientos que realmente me apasionan y me alivian; un paso más cerca del mundo que siempre me interesó y que nunca abandoné. Así nació Press Alt Art, o Alt Art, en Instagram. Un formato heredado del Buenas Noches con Arte en Twitter. Ahora, amplificado, me permite recrearme en cada obra, comentarla y recibir comentarios por parte de los lectores y de los propios artistas.
La desafección nos envuelve a todes. El pasado verano encontré a un buen amigo al doblar la esquina, mientras iba al horno a por unos croissants de chocolate. Dije un hola qué tal y me respondió con un mal. En un principio me resultó violento, pero luego me di cuenta de que tenía toda la razón. Por qué decir guay cuando la realidad es que quieres quemar la ciudad en una pira de fuego con todos los truenos y relámpagos erradicados en la vesícula. No es muy honesto. Creo que de todo esto no vamos a aprender nada; y me incluyo. De aquí a dos años quizá seamos las mismas personas, pero con un regusto a quemado que nos va a hacer ser más desconfiados. Ahora nadie cree ya en el espíritu de los aplausos.
Las portadas de periódico con datos demoledores me gusta utilizarlas como salvamanteles para los pasteles, que recién salidos del horno están que arden. Luego, a esas mismas páginas les doy una tercera vida para recoger las cacas de Lolo. Pero ya no me recreo en la lectura negativa. No sirve de nada. Mejor retomar la lectura que nos alivia, la que nos lleva a otros mundos, la que retrocede a la historia o nos adentra en mentalidades psicópatas. Todo lo que nos evada de la realidad será un premio.
Aquí, algunas de mis lecturas favoritas de estos últimos meses.
- ‘A propósito de nada’, Woody Allen
- ‘Carol’, Patricia Highsmith
- ‘Moriría por ti y otros cuentos perdidos’, Fitzgerald, F. Scott
- ‘La voz humana’, Jean Cocteau
- ‘Candidato’, Antonio J. Rodríguez
- ‘Elegía’, Philip Roth
- ‘Las vírgenes suicidas’, Eugenides, Jeffrey