Recupero un título de una de las películas que más me gustaron en el año 2005 (caray, hace más de diez años y yo sigo siendo tan joven) para hacer un compendio de nostalgia playera y palmeril, recrear un oasis de tiempo muerto; ese paréntesis que todos necesitamos y que, con desacierto, llamamos vacaciones. Porque realmente se deberíamos llamar vida. O lo que es lo mismo, hay que buscar pequeñas vacaciones todos los días para que todo esto tenga sentido. Juntar 15 días de sopetón en el mes más asqueroso del año no nos hace papel.
Una sola concesión al desánimo o al pasado; volvamos al presente más happy. El verano de 2016, el del rosa Quartz y el azul Serenity, el de Calp y Calvin Harris, el de Beyoncé y Rihanna, el de Stranger Things y Ghostbusters, nos va a dejar un montón de tendencias de cultura de masas apasionantes, para disfrutar de la extremidad más hedonista. Comed, bebed y amad. Agosto acaba de empezar.
Coged el coche, sincronizad el bluetooth con Spotify, y recorred alguno de los tramos del sabroso Mediterráneo escuchando un playlist lleno de cosas más frescas que un polo de limón. ¿Que os habéis perdido? En Alternand ⚑ NOW! Playlist encontraréis la respuesta. Temas de NAO, Miynt, Wild Beasts, Cosima, Bear’s Den, Crystal Castles, Fickle Friends, Banks, Roosevelt, MAALA, Dinner, LEIF, Justice, Bastille, Patience, Sophie Ellis-Bextor, Tegan and Sara, Metronomy, The Swoons, AlunaGeorge y tantos otros que están marcando la temperatura del verano.
Stranger Things,nueva serie de culto. No es nada nuevo, ni siquiera contemporáneo; es verla y volver a los 90, a las americanadas pandilleras, al boom de las historias paranormales, a la lealtad aquella de las amistades cuando éramos niños. Está causando un fenómeno más que seriéfilo, estético. Porque esta serie protagonizada por Winona Ryder ha cuidado tanto la fotografía y las adecuaciones que parece increíble que haya sido rodada en el siglo XXI. No se nota nada. Es lo que quiso ser Super 8 en el cine, y lo ha superado. Acaban de publicarse incluso recreaciones de carátulas VHS para convertirla en lo que pretenden Matt & Ross Duffer, sus creadores. Un fetiche objetual de la nueva era audiovisual. Y todo, gracias a Netflix.
Pokémon Go, la nueva tecnología de evasión espacio-temporal. Hace diez años ya pasó con los Sims; todo el mundo quería inventarse una realidad paralela a la que huir. Hace más décadas, estaban las novelas rosas, las enciclopedias ilustradas y el folletín para comparar nuestra realidad contra la desconocida. Hoy, con una sociedad desnortada, con gobiernos que no gobiernan, con una tercera guerra mundial encubierta, esos ataques de radicales islámicos a una sociedad occidental alejada de las religiones, no tenemos más remedio que bajarnos la app de coleccionar bichitos allá por donde nos movamos. Pokémon Go le da al pause y nos saca de esta realidad.
Cazafantasmas, enésima regresión al pasado. Quizá en el invierno de 1984, cuando se estrenó la original Ghostbusters, muchos pensábamos, inocentes, que el siglo XXI nos dejaría visionar algún que otro fantasma real. Y los hemos visto, pero ni catódicos ni holográmicos. Los hemos visto por la tele, en el Congreso de los Diputados, en la cárcel, en los platós de Sálvame y tal. Nos quedamos con los del cine, que eran los divertidos. Este verano nos cambian a los entrañables Bill Murray y Sigourney Weaver por chicas nuevas, Erin Gilbert, Jillian Holtzmann, Patty Tolan. Pero la historia es la misma, porque todo se repite. Como el asco que sentimos al verano cuando llega, y lo que lo añoraremos cuando nos roben las horas de sol.