Becas para tetas

ABC antaño era un diario serio y de prestigio. Hace décadas lo leían los gentleman de capitales de provincia mientras se tomaban su primer café en el Paseo del Prado. Y también estaba en la barra de bares de pueblos, con carajillos al abasto de la plebe. Entonces divertía cotillear entre sus páginas a la familia real, era el reality-show en papel. Hoy, la cabecera no la lee ni el tato, se sostiene económicamente por fuertes acuerdos institucionales, y su fervor monárquico roza lo vergonzoso.

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La derecha ideológica, o lo que se viene llamando «la caverna mediática», ha definido una estrategia comunicativa para desprestigiar al estado del bienestar y hacernos creer que en otras épocas se vivía mejor, que las ayudas sociales son las culpables de esta crisis, y que la brecha entre clases tiene que producirse de forma inevitable, por designio natural. Como la monarquía. Eso de la igualdad nunca gustó a a los que más aportan para hacerla posible, a los que viven a costa de la pobreza, sumidos en la burbuja de moda. Ahora el Compro Oro.

La corresponsal de ABC Paloma Cervilla decía su una columna de opinión (que duró horas) que conoce alumnas que con las becas de estudios se han pagado las tetas, las intervenciones de cirugía plástica. Una bonita forma de tirar por tierra el derecho de todas las familias sin ingresos a la educación pública. Será verdad o mentira, me da igual. Lo importante es que es un argumento demagógico, sesgado y con una clara voluntad de hacer ver que los beneficiarios de prestaciones sociales son unos desaprensivos que no merecen ni el pan de cada día.

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Cuadro de la colección ‘Pues un buen par de tetas’.

Mucho mejor quitar las becas, y que en caso de darlas que sólo las perciban aquellas alumnas que ya tienen la vida solucionada, las tetas puestas. Las que han trabajado duro para percibir una paga de fin de semana de 100 euros y se permiten todos los caprichos durante sus estudios aportarán más a la sociedad. Las que tienen coche, gastos fijos de peluquería y manicura, o tarifa plana de móvil. Que los ricos y famosos sí que lloran.

Pues un buen par de tetas. Como una serie pictórica de Fabio McNamara. No seré yo quien critique las operaciones de estética, todo lo contrario. Suscribo lo que dice Alaska al respecto: «hay dos formas de llegar a viejo, operado o sin operar». Yo también prefiero operado. Pero sobre todo, prefiero llegar con acceso a la cultura, con buena salud, y con servicios educativos públicos y gratuitos.  Y que no me critiquen si en algún momento acudo a una clínica privada, como están haciendo con Rubalcaba o con cualquier cargo de izquierdas. Quien se pueda pagar habitación individual, que se la pague. No es mi problema. Yo solo quiero que quien necesite una intervención quirúrgica la tenga, de calidad y gratis.

La perversión de hablar de ponerse tetas como un lujo sólo al alcance de unas pocas mujeres también es muy peligrosa. Las tetas están al alcance de todos. No hace falta ser tonta y rubia y con VISA de papá para poderlas lucir. Hay operaciones muy bien hechas, sin aceite de aviones como en la Clínica de Marisol, desde 1.500 euros. Menos de lo que cuesta una moto. Otra cosa es que te quieras hacer una obra de arte.

Las tetas están al alcance de todos.

Ahora algún desconocido que no sepa de mi homosexualidad me llamará sexista, pero me parece que las tetas es una de las características físicas más bonitas de las mujeres, me encantan. La primera vez que me impactaron fue viendo a La Bombi en el programa 1, 2, 3. O aquella nochevieja con el pezón de Sabrina Salerno sobre la mesa, entre las uvas. Luego, el desnudo integral de Marta Sánchez en Interviú, tetas turgentes y voluminosas. Y por último, el conocimiento en profundidad del apego erótico de Olvido Gara por los pechos, desde que presentó su Carta Blanca en La 2 (en la que invitó a Sabrina Sabrok), hasta los referentes que idolatra, como la estrella del cine Jayne Mansfield.

El argumento de gastar el ingreso de las becas en senos artificiales no es nuevo, hay precedentes de oportunidades parlamentarias de calado cavernícola. Una diputada del Partido Popular valenciano aseguró que algunas familias se gastaban las ayudas sociales de renta garantizada en comprarse teles de plasma. Esa señora, Pilar Sol, se ve que no ha visitado muchas viviendas de personas que reciben la renta garantizada, pero el «miente, que algo queda» en política es el pan de cada día.

EL-PLASMA-DE-LA-MISERIA