Desde que mi padre me regaló una tele y vivo solo, vuelvo a consumir un par de horas de aquello que un día llamaron telebasura y ahora se respeta. Hay personas que piensan que la vida es algo demasiado serio y no se permiten el capricho de conceder el tiempo a perderlo viendo cosas que no aportan nada pero te divierten, entretienen o —como mínimo— acompañan; prefieren dormir o ver telediarios a todas horas. El caso es que desde el primer día que lo vi, me he hecho fan de Mujeres Ricas, ese programa que se hace pasar por reality-show pero es bastante más documental. Olivia, Mar y Nannis ya son personajes públicos gracias a mostrarnos parte de sus vidas privadas, unas vidas con comodidades y lujos hasta puntos inalcanzables por cualquier trabajador.
A veces parece un poco soez y burlón ver cómo se habla con tanta frivolidad del dinero, de metros cuadrados, de coches y ropas. Pero en el fondo nos gusta porque es la vida que a todos nos gustaría llevar; tener todo lo que nos gusta sin preocuparnos por nuestro trabajo. Alguien me dijo que defendiendo ese programa me convertía en un clasista, pero me parece una idiotez. No se puede negar a estas alturas que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades en la vida, y no todo el mundo debería tener el mismo status, porque para que haya un rico tiene que haber muchos pobres. Otra cosa es defender por principios que tanto ricos como pobres tengan derecho a una vida digna, con las necesidades vitales (educación, sanidad, prestaciones sociales) cubiertas.
No todos los ricos son iguales, y este programa también es un reflejo de cómo se puede vivir con mucho dinero y ser educado, progresista y solidario (como Mariana Nannis) frente al estereotipo de torpeza mental, tontería, conservadurismo y mala educación como marca de clase (Mar Segura).
Con esta nueva temporada entran nuevas mujeres como personajes, y no me las pienso perder.
Mujerriquismo al poder! Es el único programa que espero cada semana, un porrón de diversión!