Los dinosaurios y los flamencos rosas son las criaturas más pop de la naturaleza. Los primeros, por la irrealidad, la ficción y esa plasmación de arbitrariedad evolutiva. Si imaginamos seres con una anatomía surrealista seguramente nos aproximaríamos a los saurios, rinocerontes con crestas, elefantes con ojos de martillo, salamandras mastodónticas y paquidermos con cuello de jirafa. Su lejana extinción los convierte en mito. Los flamencos también son pop, icónicos y modernos, por su elegancia, sofisticación de movimientos y ese color tan impecable, tan propio de la flora. Las cebras, los leopardos y los tigres quedarían en siguiente lugar del ranking, por la magia creativa de sus pelajes.
El regreso de los dinosaurios, con Jurassic World, dirigida por un nuevo y discreto director, Colin Trevorrow, se ha convertido, como era previsible, en una nueva hornada de tendencias del pleistoceno que remiten a esos seres fantásticos. Por eso, hipsters del mundo han disfrutado compartiendo en sus redes sociales la asistencia a una proyección que nos retrotrae a los 90, a aquella etapa en la que todo lo que sucedía dentro de las salas de cine se convertía en viral y tendencia de masas. Es difícil no recordar aquel verano en el que todo lo que se compraba, se comía y se llevaba puesto contenía formas de dinosaurio. Y todos conocíamos el nombre de las especies de dinosaurio mejor que el de los animales contemporáneos. Tyrannosaurus Rex, decíamos sin parar, como aprendices de científicos.
Los diplodocus, velocirraptores y nuestro amigo T.Rex, el más glam de todos, han protagonizado bastantes tendencias de la ilustración y la moda durante los últimos años. Podría enumerar centenares de apariciones recientes en marcas. Pero tiraré de amigas y conocidas: las fantásticas camisetas de Atakontu, y los dibujos de dinos aleatorios de Danny OG han destacado por convertir en icónicas a estas criaturas de la prehistoria.
Los dinosaurios de ficción han vuelto, y algunos reales se van. Casi todos los políticos del Partido Popular que han perdido alcaldías históricas. Y entre ellos, una dinosaura de envergadura: Rita Barberá deja la política pero amenaza con estar atenta. Y con ella Esperanza Aguirre también dimite de sus cargos (por segunda vez; porque esta gente siempre vuelve del pasado, como los dinosaurios). Alguno que otro sobrevive, con o sin peluca.
Al final, ser dinosaurio no es garantía de vejez, sino de experiencia. Ahí están los Rolling Stones, que entre todos superan los tres siglos de edad, con 30 discos, y más de 45 años sobre los escenarios de todo el mundo. Y este año, como un verano más, volverán a dar conciertos y dejarse la piel, ya deshidratada, sobre los escenarios. Quien aprende a ser joven es muy difícil que deje de serlo.
La clave para mantenerse jóvenes, está claro, es seguir siendo absolutamente moderno, como nos pedía Rimbaud. Debemos olvidarnos de estupefacientes y medicaciones, e incluso de visitas regulares al médico, abstenernos de leer suplementos y revistas de salud, reducir el deporte que fuerce articulaciones y musculatura, y disfrutar de todos los placeres de la vida en una muy pequeña proporción. Así llegaremos a viejos con fuerza para acceder a parques zoológicos de dinosaurios, aquel día futuro en que algún científico los reviva.