Aproximación al new ugly

Muy pocas veces se le pone nombre a las cosas antes de que existan. Los hombres primitivos nombraban a los animales, a las plantas y a los fenómenos meteorológicos conforme surgía la necesidad comunicativa de conocerlos y diferenciarlos. Y el hombre evolucionado, científico, sobreinformado y moderno hace igual. ¿Acaso podríais decirme vosotras un par de especies de plácton? Si las ballenas pudieran hablar, tal vez habrían respondido ya…

Algunos artistas jugaron a coincidir en la terminología con la que definirse. Como cuando Salvador Dalí dijo aquello de «no podéis expulsarme porque yo soy el surrealismo» y André Bretón escribió al respecto. Surrealismo era una palabra inexistente, vacía de contenido estético hasta que la asociamos a la obra de algunos artistas que se autodefinieron así. Diferente fue el caso del futurismo; hubo un manifiesto de por medio, promovido por Marinetti con un texto inicial que algunos artistas quisieron suscribir de inmediato.

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En 2014 vivimos envueltos de mil debates en torno a la creación artística contemporánea y su estrecha relación con el diseño gráfico o la moda. Y precisamente en el diseño nace la necesidad de buscar nombre a una tendencia, un movimiento fusionador que está uniformando resultados artísticos desde hace algunos años. Nos sorprende que vemos portadas de ediciones muy parecidas a flyers de discotecas e imagen corporativa de espacios de vanguardia. Se trata de un nuevo movimiento artístico del siglo XXI nacido del diseño gráfico. Y se denomina de forma provisional new ugly.

Y el new ugly está íntimamente relacionado con un movimiento social y cultural: lo hipster, que ya se estudia en sociología. Oblitas, un teórico, lo denomina como «una tendencia intelectual y artística, activismo social apolítico, que tiene una particular tendencia a rescatar ideas y modas pasadas, para descontextualizarlas, reinterpretarlas y aplicarlas a las tendencias actuales. Los hipsters se precian de tener gustos, actitudes y opiniones sofisticadas y vanguardistas». Queda mucho por concretar, claro está.

Ejemplo visual del new ugly.
Ejemplo visual del new ugly.

Pero para no perder el hilo, lanzo las primeras características de la tendencia new ugly que muy pronto pasará a los libros de historia del arte, y ya ocupa muchas revistas de tendencias internacionales. Resumiré con ejemplos pixelados. Metemos en una coctelera el pop despreocupado, el dadaísmo, la psicodelia, el punk, la postmodernidad, lo electrónico y el retrofuturismo. Y voilà:

Libertad al servicio de la incorrección. Se acabó el respetar la jerarquía, los órdenes y cánones del diseño clásico. Renegamos de las modas impuestas por la modernidad para romper con aquello clásico. Ya no hay que respetar lo ortodoxo, los parámetros de ‘buen diseño’, ‘arte en mayúsculas’ y mucho menos el concepto ‘buen gusto’. Adiós a la retícula que nos encasilló en los periodos de formación. La libertad hace reventar cualquier formato.

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Un ejemplo claro. Todo desencuadrado. Del grafismo al arte.

Elogio al kitsch y a lo naíf. Nada es más importante que el arte automático. No es requisito indispensable repensar, bocetar y refinar, no hay que estudiar la gama de colores en profundidad. O sí. Lo importante es que no parezca lo que no era. Algo más sincero es mejor. Un resultado perfecto puede ser arbitrario. Lo imperfecto es medir con excesivo recelo. Un garabato en una moleskine puede ser por sí mismo una obra de arte o un elemento jugoso de diseño gráfico.

Ruptura geométrica adaptada a macroformas y microformas. No es casualidad, el polígono es la esencia de cualquier forma inorgánica y el esqueleto de los fractales. Es la base de un cartel, la página en blanco, los bloques tipográficos, las fotografías sin recortar, los elementos superpuestos que crean tridimensionalidad. Pero las formas solo sirven para dar cabida a un contenido, y éste es orgánico, vivo y dinámico. Si aparece una línea, preferentemente será diagonal, oblícua, rota o un perspectiva imposible y distorsionada. Confusión perceptual.

Lo orgánico denota vanguardia.
Lo orgánico denota vanguardia.

La tipografía como arte. Los defensores del new ugly nunca han tenido en cuenta las consideraciones formales de un texto a la hora de aplicar uno u otro tipo. Saben que la letra solo dibuja y delimita las formas, no tiene por qué ser inteligible con facilidad. Dos fuentes como ejemplo de la nueva belleza gráfica: Chamber Display (Wing Lau) y Kiosk Grotesk (Hedi Weid-mann). El new ugly aborreció el palo seco y las serifas como principales opciones, paradigmas del ‘buen diseño’. Busca la nueva belleza en lo artístico más puro: caótico y tendente al Op Art.

Este cartel es básico del new ugly.
Este cartel es básico del new ugly.

Imagen dinámica. Como era de esperar, se antepone la diagonal y la curva a lo rectilíneo. Una fobia a la simetría y al orden calculado de elementos. La fealdad ideal es desestabilizadora, cambiante, subversiva. El new ugly hace uso indiscriminado de los patterns o mosaicos, ritmos irregulares y separaciones violentas de elementos que habitualmente van juntos. Si esto se traslada a una imagen en movimiento, es el culmen de la tendencia.

Un diseño de edición de los nuevos 'buenos'.
Un diseño de edición de los nuevos ‘buenos’.