Un pedestal. Un pie de micro. Un atril. Y Pablo Iglesias resucita convertido en Pablo Iglesias. Eso dice. Considerábamos aquello de que si la gente no sale a la calle a quemar contenedores y mejor la cárcel a no tener donde caerse muerto es porque el sistema protege al débil. Hasta que llegó un antisistema para alumbrar con mirada incendiaria y con una retórica populista. Nadie con dos dedos de frente y un poco de conocimiento en legislación puede creer en esa teoría aprendida sin ningún background práctico y demostrable. Los cinco diputados de Podemos han aprobado el carnet de conducir sin saber dónde está el embrague. Cortinilla.
Todo es posible, aquí y ahora. Todos podemos. Quitemos a los poderosos el poder y convirtámonos en poderosos nosotros. Del ‘café para todos’ en las disputas autonómicas al ‘pan para todos’ de un futuro incierto. Del Compro Oro franquiciado en todas las calles de pueblo, al compro una utopía que me saque del pozo. Y así, en menos de una semana dejó el cargo el jefe de la oposición, Rubalcadáver, se enfureció Felipe González, un juez mandó encarcelar a Rafael Blasco, otro juez dimitió por alcoholemia justificada y el Rey Juan Carlos I abdicó. Todo estaba programado, pero no. Cortinilla.
Letizia Ortiz ha ayudado bastante a que Felipe VI sea el mejor Rey que ninguna monarquía del mundo podría esperar en el siglo XXI. Una persona preparada en contenido burocrático, formada en idiomas, adoctrinada en diplomacia. A lo que Letizia sumó una sensibilidad exquisita en música y cine indie. Pero tenemos derecho a elegir entre monarquía o república. Los partidarios de la monarquía solo tienen un argumento de peso (además del designio divino catolicista): la monarquía es más barata. Los republicanos tenemos una motivación superlativa, y es que nadie puede ser diferente a nadie por razón de sangre. Cortinilla.
Con todo esto también hay mucho hooligan. Se pasan tanto unos como otros. Se pasa Mariano Rajoy cuando dice que «esta nueva página en nuestra historia se va a producir en un clima sereno, con plena normalidad, en un contexto de estabilidad institucional». Eso pasa porque no lee la prensa, o porque no se ha metido en las redes sociales. Claro, que seguro que verá el programa de AR, donde ya están más preocupados por el estilismo de Letizia en la coronación. Los medios de comunicación, en pleno corporativismo, han decidido hacer la pelota a la trayectoria de la Casa Real y omitir durante unos días que los escándalos están ahí. Al final, quitando a los príncipes de Asturias, lo mejorcito que ha pasado por la Zarzuela ha sido Jaime de Marichalar. Que Vogue lo ampare en su seno. Fundido a negro.
Alternand 