Me gustaría volver a ver a Chico y Chica en concierto, y la ocasión que brindan esta semana en el Ocho y Medio no va a poder ser. Reí sin parar hasta asimilar el último Cuatro en Alicante, un serial radiofónico que me divierte barbaridades, y solo una persona sabe por qué me recuerda a carreteras secundarias de Lugo, Ávila y Salamanca.
Justamente Alicante, la ciudad más fea de España, se está esmerando en mantener el título. Ante las oportunidades de abrirse al Mediterráneo y dejar ver un paisaje contundente, plantan un Casino de estética bakala y tribal que ni el escenario de las reinas del carnaval. Si el centro histórico alicantino es patrimonio salvable, Sonia Castedo, la alcaldesa más choni de España, planta unas setas de feria para afearlo. Si los alrededores son confortables y asépticos, de repente construyen un centro comercial lleno de cosas baratas y de gente a la que les gusta las cosas muy baratas, que come comida barata hasta los viernes por la noche.

Ni me extraña ni me ofende que Alicante, Murcia o Valencia sean objeto continuo de mofa en los medios de comunicación. Nos lo hemos buscado. Tenemos políticos derechones que hacen porno todos los días en los despachos, la pornografía más obscena, nos toman el pelo y nos hacen sentir idiotas. Ahora nos han quitado hasta el altavoz que les servía para tratarnos de convencer y persuadir, Radio Televisión Valenciana. Ya no les hace falta Canal Nou. Y pronto tampoco hará falta Telemadrid. Volverán al panfleto parroquial para decir lo mismo: vótame, que los rojos son muy malos.
El porno, como concepto, se ha extendido en la sociedad. Justo cuando en el sentido sexual ya está más que superado y ha roto todas las barreras. La gente lleva en su Iphone varias fotos de su instrumento sexual, sin problemas ni pudores. Ése es el porno más tierno e inocente. En el arte, en un pasado reciente, servía como atracción y reclamo al comprador. Hoy el porno llega a la gestión de las empresas y de los servicios públicos. Intenta darte de baja de tu compañía telefónica, a ver cuántos intentos y cuánta ansiedad te produce que te pidan que envíes un fax con tu DNI. ¿Todavía existen faxes en las oficinas? Será en Senegal, aquí ya tenemos 4G y wi-fi hasta en la aldea rural de Mari Carmen, la madre más histriónica de la historia de Quién Quiere Casarse con Mi Hijo (Cuatro). El caso es que no estás protegido del porno.

No hay suficientes rombos para la vida moderna. A ver de qué manera le explicamos a nuestros hijos que están hipotecados desde que nacen, que nos deben dinero por unas obras que sobrevaloró hace diez años el Partido Popular en una Ciudad de las Ciencias que sólo servirá para decorar una producción de Disney, por un aeropuerto sin aviones en Castellón, por una Marina Real de Valencia que no se llegará a amortizar ni durante el próximo siglo, por un estadio del Valencia Club de Fubtol que fue planificado con tal ambición y volumen que ahora es inabarcable y tocará acabarlo parcialmente y amueblarlo en Conforama. Así es el futuro inmediato, pornográfico y barato.