Bienvenidos a una nueva era. Así es como han diseñado el argumentario los empecinados en el fin del mundo como yo, los que querían (queríamos) que el apocalipsis enseñase sus orejas según los pronósticos mayas. Dicen que no se ha acabado el mundo pero que nos vayamos acostumbrando a otro; un mundo donde todos seremos pobres y felices. Un mundo gobernado por delincuentes que legislarán para recomponer sus ambiciones, como en Egipto. Un mundo donde no hará falta abrigarse porque en Navidad, como en Canarias, nos tostará un sol abrasador. Podremos salir a manifestarnos prácticamente desnudos, como en la antigua Grecia. La única tormenta será la tormenta solar perfecta, que fundirá nuestros electrodomésticos y pondrá en riesgo todos nuestros gadgets.

El último concierto de la antigua era fue una maravilla. La sala 3 del Razzmatazz se llenó de lo mejorcito de las capitales de provincia para ver actuar a Hidrogenesse y Chico y chica. Los primeros, más solventes que nunca, han conseguido que cada una de sus canciones sea un hit reconocible y bailable desde el primer acorde. Por su parte, Madel y Alicia viven la música como un gran teatro de la comedia contemporáneo, donde la clave para que el humor cale en la gente es hablar su mismo idioma. Chico y chica nos pedían para esta nueva era que hagamos porno, dentro de un diálogo de eso que ellos gustan denominar «costumbrismo fantástico».

Respecto a la nueva era que empieza, mucho más importante que el inminente cambio de año, podríamos decir que traerá una etapa de pobreza, destrucción, malformaciones congénitas y espíritu de supervivencia, pero la ciudadanía ante todo estará muy feliz. Los taxistas ya lo saben y lo están difundiendo: está a punto de caer una tormenta solar perfecta que impactará sobre todos nuestros terminales electrónicos.
Vamos a ver montañas de chatarra, de lavadoras, lavavajillas, neveras y hornos pirolíticos. Las calles se quedarán pequeñas. Los edificios, cada día más vacíos, volverán a llenarse de gente que atentará contra la ley para okupar un pequeño rincón de bienestar. Y la felicidad nos teletransportará a un mundo lejos de la necesititis imperante, pero sobre los cimientos de un sistema político tendente al feudalismo extremo, una cosa fuera de lo común, donde quien manda tendrá poder de decisión, poder económico y ordenará instalarnos en la conciencia una plataforma de hilo musical y 60 canales de TDT para nutrirnos de felicidad.

Tenemos que estar contentos, vamos a salir ganando. Como cantaba Karina, lo que viene es un mundo nuevo y feliz. El comienzo de esta nueva era, coincidente con el fin del primer calendario maya, se prolongará indefinidamente hasta el fin de los tiempos. Eso sí, durante el recorrido la humanidad tendrá que hacer frente a muchos retos, desactivar sus propias herramientas destructivas y ver como, a lo largo de los siglos, se extinguen las especies animales y vegetales, devoradas por la torpeza del hombre que no quiso hacerse vegano en favor de sus caprichos insostenibles. Comer animalitos es un lujo al alcance de todos, como quien compra en Zara. Pero todo tiene un precio.
El nuevo mesías será Félix Rodríguez de la Fuente. A muchas criaturas empezarán a bautizarlas como Félix, Felicidad, Feliciano, Maravillas y Alegría.