Adelante con la única sección fija que subsiste en este blog. Un escaparate de los mejores descubrimientos culturales o las mejores compras que he hecho en las últimas semanas. De lo que se lleva en la que —para muchos— ya se conoce como Guía Alternand de maneras de vivir. Hoy, un homenaje al genio que reconquistó el pop-art.
Me quedé con muchas ganas de ir a la exposición antológica que organizó el TATE Modern el pasado verano sobre Damien Hirst. Hirst ha retomado su polémica mediática por la escultura pública Verity, que reproduce una mujer embarazada y diseccionada. Pero el interés por su obra me suscitó a raíz de un telediario de los 90 que enseñaba al mundo su obra más famosa: La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo. Solo su título ya me fascina. Sabéis que se trata de un tiburón de casi tres metros en un tanque de formol. Precioso.
Hirst, como pasa con casi todos los genios, es mucho más que sus obras icónicas y su polémica mediática. Detrás de eso hay un artista inquieto que ha sabido reconducir el pop contemporáneo. Si Andy Warhol fue capaz de evocar a la superficialidad de las marcas de supermercado para hacer algo indestructible y memorable, Damien Hirst viene a destrozar el valor numérico que relativiza los mercados capitalistas, el poder de las cifras de riqueza humana. No nos extraña que su mítica obra Por el amor de dios, una calavera repletita de brillantes auténticos, sea una provocación reprochable por según qué estratos intelectuales.
El caso es que, como no pude ir, me he agenciado el catálogo de la exposición, que es una pasada de edición en cuanto al tratamiento de sus instalaciones más características: con desplegables y todo. Imprescindible en mi estantería. Me ha servido para descubrir otras pequeñas obras que, aun mucho más modestas, confirman que Hirst es el artista pop más importante del siglo XXI. Atención a esto.
Avanzando, que es gerundio. La calavera que referencia Hirst en su obra es un icono de modernidad. Si no tienes una camiseta calavérica en tu armario, en cualquiera de sus formatos y texturas, no eres nadie. Dicho por cualquier coolhunter reprobable, claro. Precisamente una de mis marcas preferidas, la británica Paul Smith, ha introducido en su colección menos formal una camiseta de cráneo estilo tie-dye que resulta de lo más elegante.
Algo muy inglés en investigación gastronómica son los sucedáneos vegetales. Me refiero a salchichas de tofu, filetes de seitán y el producto estrella en sus más de mil versiones y marcas: la hamburguesa vegetal. Gran Bretaña es el primer consumidor del mundo de este tipo de sucedáneos. Y yo, de nevera para adentro, cada día intento ser más veggie y menos carnívoro. El último descubrimiento: las albóndigas de tofu de la marca Natursoy.
Y como me es imposible completar un escaparate sin algún producto audiovisual: tengo que decir que me comprado mis primeras unidades de Blu-Ray, ese formato de cine que la crisis ha dejado entre el éxito y la agonía. Las compras han sido Mars Attacks, Alicia en el País de las Maravillas y La duda. Son básicos del cine contemporáneo para revisionar en cualquier tarde de domingo.