Mira que fui fan de Tim Burton. Incluso de sus últimos delirios esteticistas y de su capacidad para recrear cualquier historia dentro de su aura de fantasía infantilizante. La película referencia de mi adolescencia fue Eduardo Manostijeras. Y me volví a hacer niño con Charlie y la Fábrica de Chocolate. Aunque ya había vivido la madurez de Sleepy Hollow y de La Novia Cadáver. El genio creativo tiene que alimentarse de buenas historias, porque si lo que narra no tiene muchas vueltas de tuerca, da igual que te revuelques en un casting de lujo o goces de un presupuesto millonario: el resultado será poco.
Sombras Tenebrosas es una de las películas de Burton más propias de Burton, pero que más frío deja al público. Y no por la tremenda historia de un vampiro sepultado durante dos siglos que regresa en los 70 y se encuentra un panorama escandaloso en la que fuera su mansión familiar. No por el uso y abuso de la estética y la pose gestual que caracterizan a sus primeras espadas, Johnny Depp y Helena Bonham Carter. Tampoco por lo lejano que suene rescatar una historia donde sólo suenan Moody Blues, T.Rex y un decrépito Alice Cooper. Sino porque la historia es poco compleja, poco profunda y aporta poco humor para lo que se espera de un personaje tan loco como el vampiro Barnabas Collins.