Acabo de pasar por una sucursal de Bankia y había una tremenda cola de señoras, casi todas de elevada edad, enfrentándose al señor cajero porque querían sacar los ahorros y cerrar depósitos. No podían. El empleado les intentaba replicar, amablemente, diciendo que en la caja de la sucursal no tenían tanto efectivo, que a partir de mañana podrían hacer la operación. Eso es miedo y lo demás son tonterías.
Venimos, desde que quebró Lehman Brothers prácticamente, interesándonos por el léxico financiero y bancario. Hablamos primero de primas de riesgo y luego de los bancos malos. Suena a broma. Si lo trasladamos a otro sector, por ejemplo, la alimentación, a nadie se le ocurriría bautizar mediáticamente a Día como el supermercado malo, así. O decir que Amstel es la cerveza mala, que lo es. Pero hoy Bankia es el banco malo; lo han conseguido. Y tener la nómina domiciliada allí, una hipoteca, o unos ahorros supone un riesgo para nuestra economía personal.
Para la economía valenciana todo es un despropósito, un disparate fallero. Primero, el gobierno valenciano decidió ceder Bancaixa (Bancaja) a una entidad más grande, subordinada a un banco de mayor rango, Caja Madrid. Juntos, formarían Bankia, una aventura de cuantos más seamos menos pagamos. Pero lo único cierto es que sólo ha servido para perder personalidad, decisión y una identidad valenciana que incluso se reflejaba en su acción social o en la imagen corporativa. De la maravillosa mascota de Mariscal, pasamos a la austera y triste imagen tipográfica de una banca en quiebra. Crisis.
El análisis político de todo esto prefiero sintetizarlo. Sólo dejo en el aire una comparación en el discurso de Rajoy, presidente del gobierno (sic), sobre la posibilidad de una futura inyección a la banca, sobre la inseguridad del sistema, sobre su contradicción de donde dije digo digo Diego, frente a Rubalcaba, que ha manifestado sobre el tema: «Los ciudadanos pueden tener la tranquilidad de que no hay un solo euro que van a perder en este proceso de transformación del sistema financiero que es necesario». Creo que se han cambiado los papeles gobierno-oposición, o el presidente los está perdiendo.