Soneto al instituto del consumo

Parece que ya hay ganas de dinamitar la agonía. Hay que consumir. Quien no compra aun cuando puede, es cómplice de la situación económica que vivimos. El miedo no sirve para disfrutar del presente ni nos llevará a un mejor futuro. Las ocasiones especiales no llegan, se provocan. De nada sirve dejar un blazer, por muy Comme des Garçons que sea (fantástico el nuevo diseño web), apolillándose en espera de una noche especial. De nada sirve esperar a un motivo de celebración para ir al restaurante Arrop antes de que cierre definitivamente sus puertas. Ve y celebra todos los motivos que tengas; los tienes.

Adquisiciones ante el cierre de la librería del IVAM. Y "Herreros y Fatigas", de Klaus & Kinski, el mejor disco de lo que llevamos de 2012.

Las cosas que no se usan desaparecen. No lamentes el cierre de las tiendas tan bonitas donde nunca has entrado para comprar nada. Ayer hice una buena compra de gangas en la librería del IVAM. Después de muchos años de una gestión subvencionada por el museo, cierra las puertas. Catálogos y libros de arte de 50 euros, a 15. Recuerdos de la destrucción de esta crisis a precio de rastrillo. Me quedé con tres recuerdos. El catálogo de carteles de las exposiciones del IVAM, para rememorar los años en los que ese edificio era un verdadero museo, el catálogo de la colección permanente de Julio González y otro sobre los fondos que el museo tiene del escultor mislatero Miquel Navarro.

Impacta desde fuera la nueva exposición de la planta baja. Al entrar, el impacto se convierte en vergüenza, una vez más. Una exposición patrocinada por entidades bancarias y otras manos privadas ha llevado a exponer (después de peluqueros, diseñadores sin título e hijos de políticos cercanos) al gran arquitecto Joaquín Torres (apuntalando a Rafael Llamazares). Dos cualquieras con apellido, dos imitadores profesionales, dos pijos de poco pensar que diseñan chalets en La Moraleja para, seguramente, unos amiguitos del alma que luego les consiguen estos montajes en instituciones públicas. Quien todavía no le ha puesto cara, que repase el programa Quién vive ahí, de La Sexta, porque muchos de los chalets de vanguardia los destroza él, arquitectónica y verbalmente.

Ese es el nuevo modelo de cultura del Partido Popular, recortar el gasto en museos y ofrecer los pocos recursos a que entidades privadas gestionen el modelo cultural con el que pretendemos educar a la ciudadanía. Por lo tanto, ningún escarnio si de aquí a poco tiempo vemos en el museo valenciano exposiciones de Porcelanosa o de los nuevos modelos de Ford Fiesta. Exposiciones que son necesarias en su marco natural, la feria de muestras, y lo lógico sería que fueran sufragadas por sus marcas, podrían recibir pronto dinero público y ocupar el poco espacio expositivo de Valencia. Tiempo al tiempo.

Todo guay. Bueno, esta semana tenemos la Valencia Fashion Week, un poco descolocada en el calendario internacional, donde ya se han descubierto todas las cartas de los diseños que Zara y H&M fusilarán para la próxima temporada otoño/invierno. De Valencia se ha ido la figura más representativa a Madrid, la exultantemente aplaudida firma Juan Vidal. Pero siempre queda algo por descubrir o respetar. Estaré atento a Serie by Ion Fiz, Jaime Piquer, Miguel Vizcaíno, Dragomir Krasimirov, Eugenio Loarce, Georgina Vendrell, Guillermo del Mar y Siemprevivas. El Ágora de Calatrava volverá a tener algún uso durante los días de esta semana.