Esto no se hunde

Me gusta dejar las noticias macerando hasta que se convierten en reportaje escrito o televisivo y obtienes alguna respuesta de ellas, porque el shock sólo genera preguntas, trending topics y chistes que no van a ninguna parte. Leí la noticia, pero me caí en una lancha y no supe entenderla. Ahora es momento de pedir explicaciones y obtenerlas. El relato serio de los hechos siempre es mucho más espeluznante que la foto.

Costa Concordia desde otro prisma.

En el Día Europeo del Periodista no tengo mucho que celebrar. Soy uno de tantos compañeros que realmente no se sienten periodistas, sino narradores de historias insignificantes, manipuladores de la cruda realidad, o asesinos dialécticos a sueldo. Pero al mismo tiempo me siento afortunado de hacer todos los días muchas cosas que me atrapan con absoluta libertad creativa. Lamento profundamente que algunos amigos y estudiantes de promociones cercanas hayan tenido que acabar sirviendo cañas, repartiendo flyers o reciclando su formación con estudios paralelos. Con la de fatigas y gastos que se nos interpuso el corredor de la facultad.

Por mi parte, todavía fantaseo con seguir el camino que marcan algunos excelentes periodistas, de los de verdad, que todavía tienen páginas en blanco por rellenar cada mañana y se comprometen con la información que buscamos. En mi meca están siempre El País, suplementos de El Mundo, Tiempo, Vanity Fair, V Spain, Vanguardia Dossier, AD, Apartamento, Monocle, Love, Étapes, Wallpaper, Fantastic Man, Vogue, Esquire, Número, RockDelux, Clash o la recientemente descubierta Little Joe. No todas son esencialmente periodismo, son publicaciones que sólo enseñan cosas bonitas que descubren cazadores de tendencias, ritmos y arte en bruto. Pues bien. He decidido que en la vida hay que recrearse más en la literatura, en lo que menos importa; porque lo relevante llega igual aunque no lo busques.