Que viva España, dicen ahora. La semana pasada, que se ahogara. El cambio ha llegado. Pero el flamante presidente del gobierno español, Rajoy, ya adelantaba la semana pasada que deberían de notarse mejoras en situación económica durante los dos primeros años de legislatura. «Deberían de», atención. Una conjetura, una posibilidad; pocas expectativas a la vista de la que está cayendo sobre la moneda europea.
Pese a ser socialista, de izquierdas y progresista, me declaro siempre autocrítico. Y entiendo que el voto al PSOE se haya desmoronado porque las medidas que tomó nuestro presidente del gobierno (Zapatero, el presidente al que el tiempo pondrá en un podium de democracia) fueron muy impopulares; unas medidas duras de recorte de gasto que intentaron afectar lo mínimo a los más desfavorecidos, manteniendo los servicios públicos. Si no las hubiera tomado me pregunto yo que dónde estaríamos ahora.
El pez que se muerde la cola de esta accidentada legislatura de tres años y medio ha sido la imposibilidad de invertir en creación de empleo cuando desde Europa obligaban a reducir el déficit y, por tanto, recortar inversiones. Ahora Europa dice que la prioridad para España es generar empleo, pero que no debe alejarse de sus objetivos de liquidación de los bonos de deuda. Y eso es imposible.
En definitiva, el Partido Popular, la derecha más extrema y la más centrista, han obtenido una victoria absoluta con prácticamente los mismos votos que tuvieron en 2008, cuando ganó el PSOE. De hecho, feudos como la Comunidad Valenciana han perdido muchos votantes conservadores. Pero el derrumbe del voto socialista ha permitido dejarles la mayoría absoluta y repartir suerte en forma de votos de castigo a otras opciones, algunas de ellas, por primera vez, nacionalistas. Bien; el PP va a tener que oir en el congreso muchas voces más que antes. Y eso no le va a gustar nada.
En 2012 ya no sé si se acabará el mundo. Pero viene algo que tampoco está mal: un movimiento ciudadano sin parangón en nuestra democracia contra las medidas que el nuevo gobierno piensa tomar y no ha contado todavía. La subcultura, lo underground y la revolución callejera ganará adeptos: yo me sumo. Y viviremos una nueva época de cuestionamiento de ideologías políticas. Todo esto, al fin y al cabo, va a ser muy bueno. Las primeras provocaciones ya las hemos visto en las primeras horas del nuevo gobierno.