Soñaba con el momento de disfrutar de un horno propio para experimentar con empastres de todo tipo sin ser controlado o reñido por nadie. Y probé diferentes masas y diferentes proporciones. Los primeros bizcochos salieron chafados, como un sobao pasiego. Luego aumenté el volumen, pero quedaban algo resecos. Quise modificar los sabores y las formas. Añadí nata. El último carrotcake cubierto de chocolate blanco me salió delicioso y decidí regalárselo a mi abuela. Y la última vez que comieron mis padres en casa preparé un bizcocho de café para el postre que no tenía desperdicio; y eso que no estaba el horno para bollos. Hoy, después de casi dos años de mi primer bizcocho, puedo decir que he logrado la receta perfecta para las condiciones particulares del electrodoméstico. No es fácil adaptarse. Y me sorprendo desayunando solo, con el bizcocho más rico y esponjoso que he cocinado hasta la fecha.
Es lo que siempre quise. Me falta un gatito, o dos, por aquello de la soledad. Y con la cabeza sentada sobre los hombros sospecho que soy demasiado joven para pensar que este es el mejor bizcocho que haré.
Receta de bizcocho de café:
Ingredientes:
– 1 vaso pequeño de azúcar
– 1/2 vaso de aceite
– 4/5 de vaso de harina
– 2 huevos L
– 1 sobre de levadura royal
– 1 taza de café nespresso lungo
Proceso:
Horno a 180º precalentado. En un bol de cristal, los huevos, la harina tamizada con la levadura, el azúcar y el café. Remover bien con una varilla metálica hasta que no queden grumos. Si la masa se queda demasiado dura y difícil de batir, se le añade un chorrito de leche. Se vuelve a batir. El molde se unta con un poco de aceite para que no se quede pegado. Se vierte la mezcla y se modera la temperatura del horno a partir del momento en que la masa duplica su volumen. A los 30-35 minutos el bizcocho debe estar listo, pero se mantiene en el horno con el termostato apagado para que no se baje con el cambio de temperatura.